El escenario parece ser algo sencillo. Rutinario, monótono. Una mañana como cualquiera otra, con las noticias más crudas. Pobreza, discriminación, violencia, analfabetismo; la lista parece eterna. En efecto, suena demasiado utópico un lugar sin estos componentes. Al menos aquí en un país donde parece no haber resolución ni para lo más absurdo. Aunque vivimos mejor.
Hay veces, en que pensar en un equipo llega a ser algo conflictivo. Tarea fácil imaginarlo y difícil sincronizarlo. Ahora, concentrémonos en una sociedad creciente de más de 112 millones de personas, que vinculadas por la procedencia de una rica tierra, nos llamamos… mexicanos. Para muchos, definir al mexicano suele ser una tarea fácil. Borracho, barrigón, sombrerudo, descansando a la sombra de un cactus. ¿Verdad que no somos así?
Identifiquémonos todos por una sencilla y muy fabulosa capacidad que poseemos: el pensamiento. Ya que ahora nos encontramos en el mismo plano, prosigamos. Los periódicos apuntan las noticias con sangre, otras las ensalzan en negritas y no es la primera vez que escuchamos algún comentario recordándoles a nuestros funcionarios cuán destacada es su labor. Y es que, parece que desde que tengo memoria las cosas no cambian. El destino de nuestro país está en las manos del pueblo que lo elije. Entonces, si elegimos lo que queremos todos, entonces ¿por qué hay tanta queja? … Sin comentarios.
En efecto, es muy sencillo echar culpas, gritar nombres, adjudicar calificativos e irritarnos en tiempos complicados. Sin embargo, la queja nos eleva mucho; pero al menos yo no identifico que logre algo. Soy, al igual que muchos, parte de una nación que comprende territorio, patrimonio y sociedad, que cuenta con muchos ciudadanos amantes devotos de su patria, orgullosos de su riqueza y luchadores por su futuro. Entonces, conspiremos.
Parece no haber facultad que logre aplacar tanta algarabía en este inmenso hervidero; basta recalcar que a menos de 6 meses de elegir el rumbo del país no encuentre algo que me convenza. Sin embargo, por mi país no veo otra solución más que la creer en una re-evolución. Las páginas de nuestra historia están repletas de personajes que valientes defendieron sus ideales hasta el último latido, y al llegar a nuestra era, me encuentro con figuras que tristemente destacan más por su apariencia que por su inteligencia.
Efectivamente, el destino de nuestro país está a base de todos nosotros; no únicamente del que sale preciosamente peinado al balcón a gritarnos ¡Viva México! y la mejor manera en la que funcionamos es como la sociedad que hemos demostrado ser y que persiste. Como una sociedad heroica.
Entonces compatriotas, salgamos al grito y hagamos historia. Luchemos por el país que queremos y no lo dejemos a la merced de las ambiciones de otros. Todos somos México y como ello, somos fuertes. Cambiemos ese pesado título de habitantes por ciudadanos y demostremos que nuestra riqueza no reside en la capacidad de nuestro bolsillo sino en la grandeza de nuestras acciones. Hagamos de nuestros días una batalla para lograr cosas buenas y no un reto para sobrevivir del caos diario.
¿De qué manera lograrlo? Transformemos de una vez el denso presente que nos vincula; pensando, luchando, trabajando, por iluminar las oscuras tinieblas de la ignorancia, el conformismo y la manipulación. Salgamos a flote, tenemos capacidad para salir adelante, hagámoslo. Porque de aquí a que esperemos una intervención milagrosa, un cambio verdadero, nos van a llegar impiadosos otros seis preciosos años…
Es así como me despido, no sin antes citar:
(…) “yo no soy marinero… yo no soy marinero…
soy Capitán, soy Capitán, soy Capitán.”
@AngrodMtd
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