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Somos un grupo de personas, (dando voz a un selecto grupo) los cuales inspirados en los personajes más grandes de nuestra historia, vamos a externar opiniones de este presente que duele, pero que estamos seguros puede mejorar. El objetivo general lo dice el nombre de nuestro blog: CONSPIRAR. Pero será una conspiración del siglo XXI, una conspiración que no se geste en la oscuridad ni bajo el secreto necesario. Lejos de mantener nuestro trabajo oculto, estará visible ante todo el mundo, al alcance de un clic. Daremos un sentido positivo a nuestra conspiración, porque esa es la única manera de poder cambiar; proponer y no sólo quejarse. De ese objetivo general se irán desprendiendo varios objetivos específicos, entre los cuales el hilo conductor será un vigoroso amor a la historia.

viernes, 27 de enero de 2012

Amar a nuestra Patria es una tarea sencilla.

El buen ciudadano es aquél que no puede tolerar
en su Patria un poder que pretende
hacerse superior a las leyes.

Marco Tulio Cicerón.

Razones sobran para amar a la tierra donde nací, mi Patria querida.

Podría mencionar sus auténticas tradiciones, tales como el Día de muertos, Día de la Candelaria, de la Santa Cruz, día de la Virgen de Guadalupe, etc. También me asombran y me enorgullecen sus contrastantes paisajes a lo largo de todo nuestro territorio. Los usos y costumbres de cada pequeño rincón de mi Patria, sin olvidar por supuesto, su deliciosa comida, tan variada y colorida, y nuestra música reconocida a nivel mundial.

Recuerdo que los hombres en mi tiempo demostraban su amor y compromiso con la Patria luchando contra los invasores, en las múltiples intervenciones que hubieron contra estadounidenses, franceses y españoles. No les importaba el mísero sueldo, ni las condiciones precarias que tenían que soportar para hacerle frente a ese compromiso con su Patria y el cual hacían con una ferviente devoción.

Ahora es distinto, lo que logro divisar es una idea errónea del amor que ustedes le tienen a su Patria y su manera de demostrarlo.

Una playera de la Selección Mexicana de Futbol, unos enormes bigotes y un sombrero de charro, el saludar a la bandera mientras se canta el Himno Nacional Mexicano, el cerrar una avenida importante para festejar algún acontecimiento, el mostrar, aceptar y sentirse orgullosos de sus defectos como mexicanos que dejan todo a última hora; todos los ejemplos anteriores no son muestras de respeto y menos de cómo se puede amar a México.

Demostrar el amor a nuestra Patria es sencillo, basta ser un buen ciudadano, un buen mexicano.

Un ciudadano tiene el deber de estar informado y hacer un análisis de la problemática en su sociedad o comunidad; mientras que su derecho es ser respetado al poder expresar sus ideas y ser tomado en cuenta.

Deberes: Respetar las leyes, normas de convivencia, votar, cuidar su entorno.
Derechos: Garantías individuales (incluidas en la Constitución), Derechos humanos, poder expresarse, ser tomados en cuenta.

Ser un buen ciudadano implica, por ejemplo,  no mal gastar los recursos que el Estado nos otorga, ser responsables.
¡Cuida tu salud! Muchas personas enferman por convicción o adicciones propias y nosotros, con nuestros impuestos, debemos solventar su atención y tratamiento.
¡Aprovecha al máximo las instalaciones y las personas que imparten la educación pública! De hacer lo contrario sólo se están GASTANDO recursos en la educación de alguien, en lugar de INVERTIR esos recursos.

Todos los mexicanos que aún no son ciudadanos, por no tener la mayoría de edad, no quedan exentos de ser responsables con su familia, la comunidad donde habitan, la escuela en la que estudian; y tampoco quedan desprotegidos, ya que, también cuentan con derechos incluidos en la Constitución.

Concluyendo, demuestran su compromiso y amor por el lugar donde nacieron al valorar y aprovechar cada oportunidad de desarrollo que tienen, haciendo buen uso de las áreas de convivencia común, respetando a las demás personas, las autoridades, las Instituciones y sobre todo respetando las leyes. 

@DoloresTosta

jueves, 26 de enero de 2012

Mi amor a la Patria...

Mexicanos:

La fecha es 30 de diciembre de 1853, miro hacia la plazuela y veo a la gente caminar y no puedo, estoy desconcentrado y sólo doy vueltas en mi despacho, la pluma en el tintero mi mayor tortura. Tengo sobre mi escritorio un Tratado llamado  “Gadsden” y créanme que preferiría sentir el mismo dolor del cual fui víctima al recibir una metralla de ese cañonazo que me robó mi pierna al luchar contra los franceses en 1838.

Es un día difícil, como aquel día en que me hicieron firmar los Tratados falsos a los piratas tejanos para salvar mi vida, pareciera que el destino ha sellado mi vida con el infortunio de vivir y comandar México en los momentos más amargos de su vida independiente.

Mis hazañas y mi estrategia por defender a mi país, la indignación y rabia que me movieron para  organizar de la nada a un ejército para marchar a Tejas y lavar las máculas de nuestra patria víctima del despojo que eso bandidos pretendían hacer con tan lejano y olvidado pedazo de desierto.

Me subí al carruaje del heroísmo y terminé ridiculizado con mis hombres, hombres que dejaron sus hogares y aceptaron la miserable paga que nuestro gobierno ofrecía. Aún así terminé regresando para combatir en el 38 contra los franchutes y en el 47 contra los estadounidenses. Podría decir que el amor hacia mi México me movió, pero también he de aceptar que me movió el limpiar mi nombre y ratificar mi apodo como el “soldado del pueblo”, pero no fue suficiente. Lamento haberles fallado y a nombre de cada hombre que ofrendó su vida, desde Palo Alto y hasta Huamantla, desde California hasta Tabasco,  pido el indulto que merecen por su devoción hacia la Patria.

Si supieran lo difícil que es gobernar una nación dividida, en la cual sus políticos sólo buscamos el poder y el bienestar personal; comprenderían que librar una Guerra contra una nación superior fue difícil, pero no me eximo de los errores políticos y de estrategia. Las divisiones y traiciones, en Molino del Rey, nos impidieron acabar con Scott, pero en otros episodios por culpa de mi narcicismo y el endiosamiento que ustedes me otorgaron hicieron que se perdieran algunas otras batallas.

Pero esta vez es diferente, a pesar que me hicieron responsable de la derrota del 47, heme aquí en el poder otra vez, por amor a la Patria les dije, pero a mi edad, ya el lidiar con temas de Estado y militares es difícil. Sólo espero al embajador de los Estados Unidos, no he podido dormir, leo de alfa a omega este pedazo de papel en el que tenemos que ceder aún más territorio. Cada palabra la siento como bayonetas atravesando mi pecho, porque de no hacerlo nos amenazan con quitarnos por medio de las armas California, Sonora y Chihuahua. 

Sollozo de rabia y tristeza, que no tengamos ningún pertrecho para enfrentar otro despojo, todos los los regaños los soportan mi amigos y sirvientes, si en algún momento me entrevisté con Polk por medio de cartas para poder regresar a México y negociar la venta de lo que al final perdimos, creí haber engañado al gringo al regresar y organizar la defensa del país. Pero no me libré de lidiar otra vez con los gallos estadounidenses ahora no como negociador sino esta vez como verdugo.

Dios, Virgen morena ¿qué es lo que tengo que hacer? Mis compatriotas me tacharán por siempre como un enemigo de la Patria, si siempre luché contra los invasores que profanaron su suelo en son de guerra e insultaron su nombre, y heme aquí con la mano temblorosa, como si fuera un cadete nervioso  en su primer encuentro al disparar su fusil y arrancar una vida, me libré de firmar los Guadalupe-Hidalgo, papeles que no firmaría en su tiempo, pero de éste no me salvo. Quiera huir galopar lejos como lo hice en Cerro Gordo para evitar caer prisionero.

Siento que este es mi último acto de reivindicarme con mi país y que me perdonen por los múltiples errores y aciertos que tuve tanto en el campo de batalla de los cañones como en los del Congreso ,pero también perdónense al confiar el destino de la vida de su país en un solo hombre, como último acto de voluntad y como pesadilla recurrente en mi cabeza firmaré para evitar otra derrame de sangre en suelo mexicano, firmaré para evitar que nuestra gran Nación se vea aún más reducida en terreno pero no será reducida en cenizas, firmaré para que nuestro espíritu no se vea aún mas mutilado, firmaré porque aun creyendo que a esta gran Nación nos queda grande como mexicanos, creo que no es tarde para que los mexicanos en un futuro ajusten la talla, firmaré por Amor a mi país aunque el infierno de la memoria histórica me haga preso de la traición y del olvido.

Amor a la Patria, ¿qué salió mal?

Parece tan insólito, y extraño a la vez, que me cueste tanto trabajo hablar de un tema, el cual, se supone es inherente a cada habitante de una nación. Y curiosamente publicarla el día que muchos mexicanos se han vestido de merengue y blaugrana. Me siento como “El niño que no sabía lo que era patria”. Pero bueno, algo podrá aportar este viejo maestro del siglo XIX a las acertadas publicaciones de mis amigos Bertha, Benito y Hernando.

Es triste para un servidor reconocer que el amor a la patria se está muriendo, y si no está muriendo, al menos está bastante herido.

¿En qué baso mi negro, y poco alentador, diagnóstico?

La respuesta es muy sencilla.

Los invito a hacer un recorrido de forma aleatoria por las escuelas de México, y que hagan un sondeo en los estudiantes mexicanos aplicando algunas simples preguntas tales como:

¿Qué es la patria?

¿Qué sienten por su país?

¿Están orgullosos de ser mexicanos?

¿Qué emociones les produce escuchar su Himno Nacional y ver ondear su Bandera?

Las respuestas, créanme, serán muy desalentadoras.

Pero no puedo señalar a estas nuevas generaciones como las culpables. Ellos son sólo consecuencia. Son reflejo de una sociedad que, sin duda alguna, está haciendo algo mal, muy, pero muy mal. En algún punto algo salió al revés.

Los jóvenes mexicanos que se están forjando en este siglo XXI, carecen en su mayoría de una identidad nacional. Ya no saben si son medio yanquis, medio españoles, medio ingleses o de plano hasta puertorriqueños (por la poderosa influencia que está tendiendo el reguetón en ellos). La súper carretera de la información y el acceso a televisión de paga, abre en nuestros niños y jóvenes un mundo que tratan de imitar, que añoran y que envidian.

La globalización no debería ser problema si hubiese una fuerte y clara identidad nacional en ellos. Si existiera un real y tangible Amor a la Patria.

Pero, ¿qué salió mal?

Considero que hoy vemos el reflejo de una sociedad que vive un desencanto generalizado de sus instituciones, de sus políticos, de sus autoridades y de sus conciudadanos.

Los alumnos que hoy cursan la primaria, la secundaria y preparatoria son hijos, de los hijos de la crisis. Son una generación que sólo ha escuchado hablar de pésimas noticias del ámbito nacional. Es cuestión de sentido común, que los muchachos y niños sientan una apatía enorme hacia todo lo que tenga que ver con el Amor a la Patria.
Si a esto le sumamos que, en las escuelas se inculca el Amor a la Patria como una obligación que raya en lo cansino y en lo ilógico. La combinación resultante es aún más catastrófica.

Se les obliga a los niños a que rindan honores, pero pocos maestros se preocupan y ocupan en explicar el sentido de dicha ceremonia. Los estudiantes llegan a la educación superior, y muchos creen que Masiosare es el nombre del extraño enemigo. Se lleva al alumno a punta de piquetes de costilla a formarse cada lunes, se les hace saludar a la Bandera como autómatas y, se les deja al Sol, a manera de castigo, si no cantan bien o si hacen desorden durante el homenaje.

Ante esto, los estudiantes llegan a un punto de maldecir los lunes por ser obligados a hacer Honores a la Bandera. Hay estudiantes que incluso dicen -no- y rechazan ser parte de la escolta o la banda de guerra, pues no le encuentran sentido alguno.

Siempre he sostenido que en las escuelas se debe fomentar el Amor a la Patria, pero el amor no se inculca así, a la fuerza. El Amor a la Patria, como todo amor, debe nacer solo. No puedes enseñar amor a golpes, a punta de castigos.
Los maestros dentro y fuera del aula son el vehículo que tiene el Estado para que los niños adquieran el Amor a la Patria, eso es innegable.

Hoy día nuestros niños, nuestros jóvenes, están creciendo con una idea nula del Amor a la Patria. No importa hacia donde volteen, son pocas las cosas rescatables de donde ellos puedan aprender y abrazar el Amor a la Patria.

Pero ¿está el Amor a la Patria perdido en México? La respuesta es no.

Cada uno de ustedes, queridos lectores, tiene una trinchera desde la cual poseen la oportunidad de difundir el Amor a la Patria. No importa a qué te dediques, en tus manos está cambiar el concepto que nuestros niños están adquiriendo. ¿Cómo? Muy fácil. Cumple tu parte como ciudadano de este país. Respeta el derecho ajeno. Olvida esa maldita frase que dice “en México el que no transa no avanza” y conduce tu vida de manera honesta. Estudia la historia nacional. Asume las consecuencias de tus actos y deja de culpar a medio mundo de tus calamidades históricas. No te avergüences de tus orígenes. No copies la cultura extranjera, nuestro país tiene una riqueza cultural para dar y regalar. Siéntete orgulloso de tu color de piel, de tus rasgos mestizos. Deja a un lado ese racismo social y la intolerancia que tanto nos dañan como sociedad. En fin, hay tantas formas de expresar el Amor a la Patria, que en la medida que lo hagas tus hijos, sobrinos, hermanitos o vecinitos empezarán a imitarte sin necesidad alguna de aplicar castigos.

Amigos, es momento de volver a mi sitio y esperarlos en mi próxima entrada dentro de este loable espacio. Y, recuerden que… todo aquel que tenga el honor de disponer de una pluma, de una tribuna o de una cátedra, tiene la obligación de consultar la salud de la sociedad en que vive.




@DonJustoSierra

martes, 24 de enero de 2012

¿Amor a la patria?

Muy ilustres y excelentísimos novohispanos que leéis este escrito:

Sabed que he estado reflexionando acerca de tema muy interesante e por demás controversial, pues el benemérito me ha comentado que lo que ocupa la redacción de esta semana es "el amor a la patria"... ¡menudo lío en el que me ha puesto! ¿pues que no sabe que el amor a la patria ya no está de moda? ¿que acaso no ha recorrido las calles de las ciudades y pueblos de mi otrora muy noble y leal Nueva España?

Bueno, baste decir, que yo lo he hecho, o al menos el que me da voz en este siglo, y se ha topado con discordantes y extraños sujetos que mas que mejicanos parecen engendros mal hablados de las antiguas colonias inglesas (ahora creo que les llamáis los Estados Unidos o algo así).

Ve y escucha como se reniega de Méjico, de sus costumbres y de sus tradiciones y de como cada día más os queréis parecer a extranjeros en vuestra propia tierra. Y antes de continuar, os aclaro, me parece muy justo y de grandes señores, el que vosotros aprendáis otro idioma, o veinte, y conozcáis de marcas sofisticadas del nuevo y viejo mundo, y que uséis términos ilustres para expresad vuestros amplios conocimientos cuando platicáis con los naturales de esas prosperas tierras. Pero recordad que para todo hay momento y oportunidad.

Os aclaro, yo no defiendo el Méjico que, con pretexto de nacionalismos baratos manipuladores se cierra a cambios necesarios, un radicalismo por demás perjudicial que a nadie le conviene. Pero es curioso ver como los mismos que se enrollan en la bandera y se avientan de un banquillo de madera, cuando llega el momento de defender lo que verdaderamente importa, se quedan callados o bien, no tienen ligerísima idea de que puñetas les están hablando.

Aterrizaré, para vuestra mejor comprensión, todas las locuras que os estoy diciendo, con tres bonitos ejemplos, a saber:
1. Veo como cada día más personas usan (o al menos eso dicen que hacen) un idioma extranjero para expresar hasta lo más sencillo en la vida. Hace falta ver que escriben de tal forma, con una ortografía nefasta y de muy triste lectura, que más que envidia, me hacen querer ir a llorar al árbol más cercano. 
2. Cada año, en vuestro afán de renegar de Méjico, usáis de pretexto las fiestas (religiosas o no) para buscar una homologación con los paganos del norte, que si bien se les respeta, sus tradiciones no son las de vosotros. A manera de ejemplo, recuerdo como recientemente convocaban a celebrar "thanksgiving" cuando seguramente ni idea tienen muchos de los partidarios de la idea, de los orígenes de aquesta festividad, pero es "cool" porque es como "en los iunaites estéis".
3. Cada dia sois mas majaderos en vuestras costumbres (tirais basura en la calle, grafiteais hasta a vuestra santa madre y ensuciáis todo peor que vagabundo)

Quizá os preguntéis: ¿Pero como es que podemos mostrar nuestro nacionalismo de manera sana Don Hernán? ¿Acaso usando unos bigotes revolucionarios en 15 de septiembre? ¿o destruyendo el ángel de la independencia (o monumento estatal de preferencia) cada que juega Méjico un partido?

Pues sencillo hijos míos, pensad que este país, desde el pueblo más al norte, hasta la frontera del sur, os pertenece por igual, respetadlo y no lo tratéis como si fuera su basurero personal. Recordad esto:
Cada año se destruyen monumentos que representan nuestra historia y nadie dice nada, al fin que "están bien viejos".
Cada dia se pierden hectáreas de bosque, selva, manglar, etc. y nadie dice nada
Cada dia se generan toneladas de basura, ¡pero no se permite que extranjeros vengan a reciclarla porque atenta contra la soberanía! (politiquería barata, digo yo) mejor hay que hundirnos en la basura, al fin que es nuestra.
¿Cuantos de vosotros comprais pirateria, (con el pretexto que gusten) "sin saber" que financiais al crimen organizado?
¿Cómo es posible que ya se habían puesto botes de basura en casi toda la Ciudad de México y se los robaron? Y muchos lo toman a broma.

Lo anterior es sólo un ejemplo de cosas en las que podéis mostrar el amor a la patria. 

Si de verdad quisierais a Méjico sentiríais rabia de ver vuestros bosques talados; vuestras ciudades hechas una mierda con basura y graffitti; vuestras ciudades coloniales en ruinas; el ambulantaje repugnante a cada esquina; vuestros ríos y lagos, antes limpísimos, ahora negros y hediondos; vuestra historia ignorada y olvidada.

Sí, el gobierno tiene mucha culpa, pero nosotros también, pues el gobierno (por poco corrupto y maravilloso que sea quien llegue al poder) no puede cargar con una punta de iletrados gamberros que se comportan como chiquillos pendencieros y destruyen todo a su paso.

Empezad hoy, sed inclementes y terribles con quienes destruyen, roban y ensucian. No tengáis pena de reprender al que tira el papel en la calle, de denunciar al flojo y al corrupto, sed buenos ciudadanos, leed acerca de vuestros orígenes, pues descienden de pueblos nobles y guerreros (hispanos y americanos) de grandes glorias y triunfos. 

Si conocierais vuestra historia, no necesitaríais emular a los habitantes del norte en sus costumbres, y respetaríais más esta tierra, que si bien rica, no es eterna.

Y con eso, podéis comenzar a mostrar el amor a la patria. 

@donhernancortes
  




lunes, 23 de enero de 2012

Vamos a platicar...

-¿Ya leyó el periódico señor Lerdo?
-Todavía no Don Benito, voy llegando ¿Malas noticias?
-Véalo usted mismo, me siguen acusando de intentar vender México a los yanquis.
-Sólo son patadas de ahogado de sus opositores, les sigue doliendo haber perdido la guerra en la que el partido liberal logró separar el Estado de la iglesia.
-Lo sé señor Lerdo, pero escuche esto: "EL PRESIDENTE JUÁREZ ACTÚA COMO UN DICTADOR Y VIOLA LA CONSTITUCIÓN, SÓLO DEMUESTRA SU AMOR AL PODER Y NO EL AMOR A LA PATRIA"
-Esas son acusaciones muy fuertes señor presidente
-Así es señor Lerdo, ¡decir que yo no amo a mi país! ¡que se creen esos periodistas! , antes de mí llegada a la presidencia el país era un completo caos, no se respetaba la ley y lo peor de todo, la iglesia hacia lo que le venia en gana.
-Usted ha tomado las medidas que el país necesita, y eso nadie lo puede negar don Benito.
-Exactamente señor Lerdo ¿Qué es lo que quieren, otro Santa Anna? He actuado con mano dura, pero es lo que México mi amado México necesita.
-Me enteré que muchos de sus opositores se están aliando con el general Porfirio Díaz, ¿cree usted que eso sea un peligro?
-Para nada señor Lerdo, y espero que usted siga siendo leal a nuestra causa en la que tantos mexicanos han dado su vida.
-Pero por supuesto don Benito
-Eso espero don Sebastián, si no usted pasará a la historia como uno más de los que dicen amar a la patria, pero les gusta ver el baño de sangre para llegar al poder
-Descuide señor presidente, yo no haría nada que afectara los intereses de la nación.
-Mire este otro diario señor Lerdo: "EL PRESIDENTE JUÁREZ ACTÚA ACTÚA COMO SI FUERA UN EMPERADOR"
-Que descaro don Benito, en nada se parece su gobierno a lo que el austriaco intentó hacer.
-Me da tristeza la posición que han tomado  en mi contra, sé que no soy perfecto, pero el país no es un paraíso, las finanzas andan mal y hay que tomar medidas drásticas ¿Qué quieren esos periodistas, que le regresemos sus bienes a la iglesia? ¡no señor! esos cuervos de sotana sólo buscan la oportunidad para seguir haciéndose ricos a costa de los mexicanos, es una desgracia que la mayoría de los mexicanos no sepa leer ni escribir, eso tenemos que solucionarlo lo más pronto posible.
-Señor presidente, usted sabe que eso será muy difícil, esa inmensa mayoría de mexicanos que no sabe leer  ni escribir no tienen interés en aprender.
-Será una tarea difícil señor Lerdo, pero alguien tiene que hacer algo y por desgracia los mexicanos son como niños que esperan todo del gobierno, nosotros no podemos solucionarles la vida, el Estado debe dar las herramientas para que el pueblo ponga su parte del trabajo.
-Cosa difícil señor presidente, todos están acostumbrados a pedir y a no trabajar, mala herencia de los españoles.
-Ahora que habla de los españoles señor lerdo, me viene a la mente una cosa; los mexicanos aún no tenemos bien definida una identidad nacional, desde la independencia todo el tiempo se ha ido en guerra.
-Tiene razón don Benito, hay que inculcar el amor a la patria.
-El amor ala patria, he ahí el problema mi estimado señor Lerdo, los mexicanos tienen una idea errónea sobre el amor a su país.
-¿A que se refiere don Benito?
-La mayoría de los mexicanos no siente orgullo por haber nacido en esta tierra, para ellos amar a la patria es beber pulque y tronar cuetes el 15 de Septiembre, pero, eso no es amar a tu país, no basta con decir una vez al año que somos patriotas, el amor a la patria se demuestra, siendo buenos ciudadanos, tolerantes y preocupándonos por los demás.
-Tiene usted razón señor presidente
-Por desgracia la tengo, sólo espero que podamos cambiar eso, pues el país estará perdido si los mexicanos no despiertan y siguen siendo más fieles a una iglesia que a su patria.
-Tenemos mucho trabajo por delante.
-Así es señor Lerdo ¿Cuáles son los pendientes de hoy? ...

domingo, 22 de enero de 2012

El amor a la patria en tiempos difíciles

Me dice el querido don Benito Juárez que el tema de esta semana es “el amor a la patria”. Entrecomillo la expresión porque de eso, en este país, sabemos un rato, y el uso y defensa del amor a la patria ha dado para escribir páginas y páginas del pasado mexicano. En nombre del amor a una patria nueva, con identidad y con derecho a regir sus destinos,  se hizo la independencia, pero en nombre del amor a la patria, a continuación, siguió medio siglo de broncas políticas, traiciones y fandangos, algunos verdaderamente lamentables. De pena ajena, pues.

Pero en ese mismo periodo, la primera mitad del siglo XIX, en condiciones tan terribles como la pobreza, la inestabilidad política, las ambiciones desatadas, el “amor a la patria” encuentra su expresión en esos novohispanos convertidos en mexicanos, que trabajaban como representantes diplomáticos, a sabiendas de su debilidad, de su escasez de recursos, enviados al extranjero a renegociar adeudos, a pelear reconocimientos, a dar cuenta de la existencia de un nuevo país que exigía su derecho a formar parte de eso que a los solemnes les gusta llamar “el concierto de las naciones”.

Con tenacidad, con angustia contenida, seguramente, pero con mucha dignidad, en ese accidentado debut de México como nación independiente, algunos ciudadanos se empeñaban en construir, de la mejor manera posible, el andamiaje del nuevo país. En aquellos días se vivía como trepado en una eterna montaña rusa: no se sabía, bien a bien, si el día de mañana el general fulano o el diputado perengano no entrarían en conspiraciones o pronunciamientos. Contrapuestos a esa tendencia a esperar lo peor de cierta clase de personajes, otros, unos cuantos, un puñado apenas, que había tenido la suerte de recibir educación, se esforzaba en convertir  al viejo virreinato en algo nuevo y sólido. Y estos hombres se movían impulsados, aquí sí, por puro “amor a la patria”, sabedores, a los quince minutos de haber iniciado el partido, que muchos de sus trabajos rendirían escasos frutos y, muy probablemente, nadie se los reconocería.

Andando los años, fue muy claro que este asunto del “amor a la patria” se erigió en una de las mejores justificaciones históricas; un gran invento intelectual.  Las tensiones entre monárquicos y republicanos, entre federalistas y centralistas, entre liberales y conservadores, se explican, paradójicamente, por la misma razón: el amor a la patria. Unos y otros alegaron –como alegan hoy los representantes de nuestros esperpénticos partidos políticos-  que todas sus acciones son movidas por un profundo e intenso amor a la patria. Verdad es que, en los últimos siglos, encontramos maneras muy… digamos… peculiares de expresar el amor a la patria.

Ejemplos sobran en nuestra historia. Por amor a la patria,  en el fragor de la guerra de Reforma, teníamos dos presidentes de la República al mismo tiempo: Félix Zuloaga, del bando conservador, y el bueno de don Benito, por el lado liberal. Por amor a la patria, Maximiliano invirtió un tiempo inusitado en escribir su complejísimo ceremonial de la corte imperial mexicana, ilusionado por encabezar a un país que, le habían contado, le esperaba anhelante para forjar una nueva era de paz, felicidad y prosperidad. Él, por ingenuidad política, porque le urgía el dinero del sueldo, por presiones de su augusta esposa que no se resignaba a no gobernar, se arropó en el amor a la patria y se lanzó a la aventura mexicana con los resultados que ya conocemos. Ah, también por amor a la patria se echó un discursito muy mono en el Cerro de las Campanas, esperando que su sangre fuera la última que se derramara en aquella guerra que llamó fratricida. Por añadidura, también don Benito Juárez se arropó en el amor a la patria para mandar a Max al paredón.

Por amor a la patria, Porfirio Díaz, en sus días de chinacote, se aplicó a defender los principios de sufragio efectivo y no reelección. También por amor a la patria, don Pancho Madero se aplicó, unas cuantas décadas más tarde, a resucitar esos asuntos del sufragio efectivo y a presionar de tal manera, que don Porfirio optó, también por amor a la patria, por renunciar a la Presidencia en la que se había convertido en un “káiser mexicano” y se fue a bienmorir a París. Y no obstante el carácter doliente pero digno de su exilio europeo, siempre sostuvo que todas sus acciones habían nacido de su profundo amor a la patria.

Vino la Revolución y nos revolucionó, pero la premisa de uso flexible del amor a la patria no cambió: caudillos, caudillitos y caudillejos cometieron traiciones, se dieron agarrones, se cambiaron de bando y autorizaron unos cuantos asesinatos sonados… todo por amor a la patria. “Ni que la patria fuera la Coatlicue con rostro de calavera”, opinará un desencantado.
Por eso, muchas veces al día, desconfío de quienes venden buenos discursos impregnados de un perfume que, me cuentan, tienden a llamar “amor a la patria”. Me encuentro con que la expresión es aún más etérea de lo que imaginamos.

Prefiero pensar que esta peculiar variante del amor se da en función de lo grande o pequeño que sea el territorio que cuidamos y defendemos y que solemos llamar patria. A veces es una casa, a veces es un pueblo, a veces un puñado de seres queridos, a veces un empleo que nos permite hacer cosas buenas por nuestros semejantes, así sean 5 mil cristianos o 5 o 50 millones.  Cuán flexible es la patria que admite que la llevemos de un lado para otro, como justificante de nuestras ambiciones y ocurrencias, y cuán generosa es, que en ella caben todos nuestros conceptos de patria y de amor a ella.

Pienso que el amor a esa patria se ejerce en muchas escalas y con distintos ritmos aún en este agitado siglo XXI. Y tiene los mismos aspectos criticables que hace 150 años, y tiene los mismos aspectos emocionados y hasta heroicos que encontramos en algunas páginas excelentes de nuestro pasado. Pero en estos tiempos tan desencantados, donde las grandes cruzadas por la patria escasean, y más bien cada uno, en su trinchera, se dedica a hacer las cosas lo mejor que se puede y así, cada jornada, salvar un poquito a la patria, todavía hay peleas que dar, espacios qué defender, libros y blogs qué escribir. 

La suma de esos pequeños o grandes tesoros se llama “Patria”, y esa es la patria que, en estos tiempos, a ratos tan oscuros, defendemos. Ya lo dijo José Emilio Pacheco, en esa espléndida obra que es el poema “Alta Traición”:

No amo mi patria.
Su fulgor abstracto 
es inasible.
Pero (aunque suene mal)
daría la vida
por diez lugares suyos,
cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
fortalezas,
una ciudad deshecha,
gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
montañas
-y tres o cuatro ríos.

                                                                                          @BerthaHistoria

viernes, 20 de enero de 2012

Los Conspiradores: Punto de reunión con el Twitter Histórico

Dice una frase de autor anónimo que “nadie ha vivido tanto tiempo como para asegurarnos que la historia es una gran mentira”. Para historiadores, políticos y nosotros los novatos amantes del estudio del pasado, la historia será siempre tema de discordia entre versiones, mitos, héroes y villanos. La historia no puede ser considerada una ciencia exacta, ya que está sujeta siempre a  los supuestos y el enfoque metodológico de quien la estudia y, por supuesto, de quien gobierna. La historia de la guerra de Independencia narrada por el conservador por excelencia, don Lucas Alamán, dista mucho de la versión liberalísima de don Carlos María de Bustamante,  por esto, intentar encontrar la verdad absoluta de la historia nos llevará seguramente a ningún lado. Sin embargo, la historia está ahí, lista para su análisis desde los diferentes puntos de vista. La historia no tiene dueños; a todos nos pertenece y nos corresponde conocerla y entenderla.
En esta ocasión me  solicitaron presentar una opinión sobre este Blog como un lector más. Este espacio nace del interés  que tiene un grupo de personajes históricos en Twitter por difundir temas de interés que muchas veces se ven limitados por los 140 caracteres reglamentarios de esta red social.
La mayoría de los lectores habrán llegado a este sitio a través de uno de estos pintorescos personajes, cuyo mérito principal, considero, es el revivir el interés en las vidas de aquellos hombres y mujeres más allá de la acartonada y caricaturesca imagen con la que solemos relacionarlos. Así llega un Benito Juárez igual de liberal que el original, siempre dispuesto a comentar temas de actualidad con particular ironía y desenfado; la pareja del no tan bien recordado Antonio López de Santa Anna y su mujer Dolores Tosta, enamorados en pasado y presente y con un liberalismo más moderado; un Hernán Cortés representando extraordinariamente el lenguaje, dichos y costumbres de la Conquista y don Justo Sierra, trayéndonos lo mejor del Porfiriato. Todo esto aderezado con la participación de personalidades siempre dispuestas a compartir conocimiento, como la historiadora Bertha Hernández y el mismo Don Porfirio Díaz y su famoso peón.
Definitivamente algo hay de mágico en la interacción con tuiteros históricos, de quienes desconocemos el nombre y la forma detrás del avatar, pero que se han ganado un espacio en el timeline de miles de personas, quienes día con día seguimos sus comentarios que van de la trivialidad, tan común en una red social, hasta los más acertados señalamientos relacionados con el acontecer cotidiano. Cada uno con su estilo particular, unos más serios que otros, pero todos ellos, estoy seguro, con el fin último de promover la importancia de nuestra historia y cultura y, con esto, permitir un mejor entendimiento del actual escenario político y social de nuestro país.
Para los que disfrutamos las discusiones históricas y su relación con el México actual, el Blog de los Conspiradores promete ser una valiosa fuente de aprendizaje y opiniones encontradas sobre distintos temas. Será interesante conocer en qué punto nuestros apreciados anfitriones se distanciarán del personaje que representan para externar su propia convicción, no por ello menos válida que la del actor original. Y es que solamente en un espacio que brinde contraste y diversidad de ideas, los lectores podremos establecer una perspectiva más completa de la realidad histórica y actual.
A los lectores del público, como yo, recomiendo participar, externar sus ideas, dejarnos conocer sus puntos de vista. Los tuiteros históricos nos brindan esta oportunidad y de nosotros depende aprovecharla para aprender.
A los creadores de este espacio les extiendo mi más sincera felicitación y admiración y ojalá que esta “conspiración” sea sólo el principio de un fructífero proyecto que permita la difusión de nuestro México en la red. Como comenté al inicio de este artículo, quizá no lleguemos nunca al veredicto final en la evaluación de nuestra historia, pero el libre y respetuoso debate de ideas es siempre agradecido y bienvenido.


Alejandro Gómez G.
@alexgomezgarcia

jueves, 19 de enero de 2012

Después de la locura

Hoy 19 de enero de 1927, después de haber pasado 60 años inmersa en un mar de locura y amor eterno, por fin me reúno con mi ángel bien amado el archiduque de Austria y Emperador de los mexicanos, Fernando Maximiliano de Habsburgo a quien fusilaron aquel 19 de junio de 1867 junto a los generales Miramón y Mejía, victima de la traición y abandono de Napoleón III. Pobre Max solo tenía 34 años cuando el telón de su vida se cerró sin recibir ni un solo aplauso.
Sé que aunque eras frio y no me dejabas acercarme a tus habitaciones, siempre pensabas en mí. Lo  sé porque me han comunicado tus últimas palabras, aquellas pronunciadas unos instantes antes de tu muerte, acerca de ese reloj que atesorabas muy cerca de tu corazón, en el que dentro guardabas una pequeña fotografía de tu Carlota:
"Mande este recuerdo a Europa a mi muy querida mujer, si ella vive, y dígale que mis ojos se cierran con su imagen que llevaré al más allá.”
Sé que no hubo día en el que no pensaras en mi, fue por eso que la tristeza de saberte lejos fue cambiando de a poco mi perspectiva de la realidad, sumergiéndome en una realidad alterna en la cual seguías con vida, te conservaba a mi lado. Más apuesto y cariñoso que nunca, incluso llegamos a concebir a nuestra pequeña Carlota Maximiliana, heredera al trono del Imperio Mexicano.
Sin embargo había días tristes, en los que despertaba de ese sueño, me volvía a ver desamparada, sin tu presencia, sin mi México al que goberné con tanto cariño. Ahora me encontraba en Bélgica dentro del castillo de Bouchout, sin hallar una salida que me llevase de nuevo a tu lado.  Así pasaba algún tiempo o una eternidad no lo se con exactitud, hasta que de pronto mi querida muñeca Max que me hacía compañía durante las largas noches me llevaba de regreso a tu lado.
Algunos dicen que mi locura se presentó después de mi visita a aquella herbolaria traidora partidaria de Juárez, a la que recurrí desesperadamente con la esperanza de recibir su ayuda para poder darte el heredero que tanto deseabas. Cuentan que me envenenó  al darme de beber la carne de los dioses, la seta teyhuinti la cual poco a poco me fue sumergiendo en este estado de locura permanente.
Pero ellos se equivocan, el causante de mi locura es ese liberal Benito Juárez, que no apreció lo que hacías por México, ese malagradecido que te apartó de mi lado al cabo de unos cuantos disparos.  Él es el culpable de todo, pues al verte perdido supe que no había más remedio que sumergirme en la locura. Era la  única manera de volver a ver esos ojos verdes que me enamoraban cada vez que me miraban de una forma inexplicable, de la forma en la que me miraste el día de nuestra boda, aquel 27 de julio de 1857.
Hoy le doy gracias a esta pulmonía que como algunos piensan me ha quitado la vida,  de nuevo se equivocan, me la ha regresado. Esta enfermedad me ha permitido rencontrarme con los seres que amo, con mi padre, el Rey Leopoldo I, mi madre la Reina Luisa María de Francia,  mi abuela  María Amalia de Borbón-Dos Sicilias que no me abandonó ni un solo día mientras estuve con vida.  Pero sobre todo me permite rencontrarme con el amor de mi vida, la razón de mi locura mi Maximiliano.
La muerte me ha devuelto todo lo que perdí en vida y ahora puedo restaurar el imperio, volver a gobernar felizmente a tu lado desde el Castillo de Chapultepec a nuestro muy querido pueblo mexicano.
Alégrense pues, queridos súbditos porque Yo, María Carlota Amelia Agustina Victoria Clementina Leopoldina de Sajonia-Coburgo y Orléans Borbón-Dos Sicilas y Habsburgo-Lorena,  Regente de Anáhuac he vuelto a ocupar mi trono como Emperatriz de México y de América.
 Carlota De Bélgica (@CDeHabsburg)

miércoles, 18 de enero de 2012

Para que no se enojen

Los CONSPIRADORES agradecemos a todos los que han leído, comentado y compartido las entradas del blog. Nos da mucho gusto el hecho de haber tenido tan buena respuesta la primera semana y esperamos que nos sigan leyendo y recomendando.

Sólo queremos hacer una ACLARACION: EL BLOG DE LOS CONSPIRADORES tocará temas de actualidad y temas históricos, PERO, por desgracia no va a faltar el TROLL enojado con la vida al que le moleste que publiquemos una opinión con el nombre de "X" personaje histórico. Para evitar que nuestros lectores se molesten; LOS CONSPIRADORES les pedimos que lean las entradas tomando en cuenta la PERSONALIDAD que cada uno le hemos dado al personaje. Ya que es más que obvio que la opinion que pudieran tener en la vida real Juárez, Cortes, Justo Sierra, Santa Anna o Dolores Tostá de un tema como la libertad de expresión por ejemplo sería muy diferente, pues vivimos en épocas distintas y por suerte no pensamos igual que hace más de 100 años...

Sin más por el momento nos despedimos y esperamos que esta aclaración sirva de algo y así evitar malas interpretaciones.

P.D.  Los queramos mil y así.

LOS CONSPIRADORES.

domingo, 15 de enero de 2012

De los méritos y beneficios de ser un Conspirador

“No hay nada más divertido que una conspiración”, asegura, con una sonrisa socarrona, el Miguel Hidalgo de aquella vieja y curiosa película: “La Virgen que forjó una patria”. Yo diría que es, quizá, la frase más memorable de aquel filme. Y es que tiene razón: conspirar, hace doscientos años o dos semanas, es un asunto de lo más entretenido. De las conspiraciones surgen nuevas patrias, líderes irrepetibles, alianzas oscuras, amores tormentosos, historias personales inconfesables, proyectos mediáticos, espacios de conocimiento. Como este blog, precisamente.
Da origen a estas conspiraciones un selecto grupo de personajes históricos con los que, desde hace años, dialogo por medio de esa tabla ouija que es la investigación. En tiempos recientes, se han encarnado en jóvenes del siglo XXI que cada día, en las redes sociales, dan la batalla para evitar que el pasado se desdibuje y se olvide.  Como ya he dicho, son jóvenes, tienen empeño y sabiduría. En el vértigo que supone el mundo del  Twitter han aprendido que es posible vivir con un pie en el pasado y otro en el presente, sin perder  la medida de ambos mundos. Con ellos comparto, todos los días, la crítica de nuestra vida inmediata y el rescate de los hechos del ayer. No podría pedir mejor alianza, mejor complicidad. Eso es, me queda claro, lo divertido de conspirar.
Y es que se trata de una ilustre compañía: Nada más, nada menos, que don Benito Juárez, don Hernán Cortés, don Justo Sierra, don Antonio López de Santa Anna y su ilustre esposa, doña Dolores Tosta. Tal es el núcleo originario de esta empresa, a la que, por lo que he escuchado en algunos pasillos, pronto se sumarán nuevos conspiradores, deseosos de sumar su granito de arena en la empresa. No podía ser de otra manera: es sabido que las conspiraciones atraen a gente desde muy lejos, y de hecho es así como crecen y se ganan adeptos, espacios y apoyos.
A los mexicanos se nos da bastante bien eso de conspirar desde hace mucho,  sin importar si somos ciudad-Estado, si somos virreinato, imperio o república. El recuento de nuestro pasado está lleno de complots con resultados buenos, malos o desastrosos, según el empeño y la habilidad que le hayamos aplicado. De lo que nadie se ha podido quejar, es que en estas tierras nunca pase nada. Siempre ocurre algo. Siempre hay algo qué escribir, algo de lo cual dar fe; algo, lo suficientemente importante, como para no permitir que se olvide, fieles a algunas de las tradiciones más antiguas de la narrativa histórica.
Así pues, aquí hay conspiradores de primer nivel: don Hernán Cortés, a quien ya va siendo hora de quitarle esa capa de oscuridad que, pese a los esfuerzos de muchos historiadores a ratos aún domina su imagen. A mí me gusta pensarlo, imaginarlo como era en ese muy lejano 1519, entusiasta, audaz, como tantos hombres de su tiempo, a la caza de la historia, en pos de la inmortalidad y decidido a aplicar, para conseguir la fama y la prosperidad, cuanto instrumento, legal, político o militar esté a su alcance. En estos tiempos del capitalismo salvaje y competencia despiadada, sorprende que no volteemos a ver a los hombres del Renacimiento, como Cortés y algunos de los hombres que siguieron la travesía hacia el nuevo continente, para encontrar las raíces de nuestros anhelos de triunfo a cualquier precio.
Sólo recientemente hemos podido atestiguar cómo la mirada de los historiadores se ha vuelto más aguda respecto a don Antonio López de Santa Anna, para explicarnos mejor sus circunstancias, su entorno y las peculiaridades de los tiempos que le tocó vivir. Figura relevante en aquella complicadísima primera mitad del siglo XIX mexicano, por algunas cosas que hizo y algunas otras que dejó de hacer, hoy, a la luz de las nuevas relecturas de su paso por la tierra, pareciera que las culpas que durante décadas y décadas se le colgaron, han empezado a repartirse de mejor manera entre sus contemporáneos.
En estos días, a ratos muy oscuros, de este siglo XXI, son muchas las lecciones que podríamos aprender, para no repetirlas, de aquellos que protagonizaron ese medio siglo de acuerdos torcidos, asonadas, traiciones y cuartelazos, de rapiña voraz, del profundo egoísmo que llevaron a este país a sufrir la guerra, la invasión, la derrota y el desastre. Es importante decir que, en aquellos años de crisis ininterrumpida, hubo momentos y personajes excepcionales que hacen ver aquella época un poco menos trágica para el recuento de esa  parte de nuestra historia. El Antonio López de Santa Anna con el que suelo conversar cotidianamente me cae bien. No oculta defectos y tropelías de las accidentadas once gestiones presidenciales que le tocaron en suerte y se esfuerza en explicar algunos de los hechos importantes de su época.
También se involucró en esta empresa una Dolores Tosta que decidió dejar a un lado el costurero y el estrado, elementos indispensables en la vida de las mujeres de su tiempo. Esta Dolores –Loló- es ilustrada, es curiosa, es crítica y no le pide permiso a nadie para hablar y pensar. Es una afortunada combinación del pasado y el presente, a la que no le sirven para nada los consejos del “Presente Amistoso a las señoritas mexicanas”, que sugerían ser educada y saber un poco de algunos temas básicos, “pero no demasiado”, no fuera a ser que los caballeros las consideraran pedantes. De esta Dolores Tosta rediviva espero grandes cosas.
Cuando un personaje de la historia con tan grande fama como don Justo Sierra vuelve a tomar la palabra, tiene que ser necesariamente para algo interesante. El antiguo Secretario de Instrucción Pública del porfiriato, alumno consentido del gran Altamirano, fue mucho más que el educador que la fama pública ha acuñado. Periodista, autor de una novela por entregas que fue la pachanga de sus compañeros del legendario “Renacimiento” de 1869, diputado liberal y formidable escritor, don Justo ahora regresa, con tino y humor, a contemplar los desastres cometidos, en materia educativa, y algunos otros campos más.
Y de don Benito Juárez, ¡don Benito! Tan querido como odiado, tan idolatrado como criticado, juega ahora en el Twitter a hacer maldades y a contar partes de su larga historia, y, de vez en cuando, se reta a duelo con próceres y escritores. Me cae bien, como me cae bien ese Juárez al que le gustaba mucho bailar, que recomendaba a sus familiares cuidarse mucho “para ponerse gordos”, que encargaba a su yerno Pedro Santacilia llevar a la ópera a  doña Margarita Maza para que se entretuviera en su exilio estadounidense. También hace falta entender un poco más a don Benito, olvidarnos un buen rato de la historia clásica del pastorcito que llegó a presidente y mirar muchas de sus acciones y decisiones a la luz de la lucha por el poder, -porque don Benito era, antes que nada, un hombre del poder- que hace ciento cincuenta años no era menos descarnada.
Por eso es bueno conspirar, y abrir nuevos caminos para hablar del pasado y comprender acontecimientos, personajes y procesos. Para eso servirá este blog.  Y, si le rascamos con habilidad, persistencia y rigor, encontraremos que debajo del metal de los discursos patrios, debajo del bronce de las estatuas, hay seres humanos como sujetos actuantes de la historia, insertos en procesos complejos; seres humanos como nosotros, con los que podemos dialogar y ejercer la complicidad. Para no olvidar, para re-comprender nuestra historia. Larga vida a los Conspiradores. 
                                                                          @BerthaHistoria

sábado, 14 de enero de 2012

Una Nota sobre los Tuiteros Históricos

Debo reconocer que no fui el primer personaje histórico mexicano en entrar a Twitter, aunque no supe de los otros hasta meses después de abrir mi cuenta en julio del 2010. Yo no buscaba fama, ni tener muchos seguidores, estaba seguro que nadie me tomaría en serio y que me quedaría eternamente debajo de los cien seguidores.
            En un principio quise imitar el estilo del propio Porfirio Díaz, emulando lo que el general había escrito en sus memorias, incluso copiando algunos pasajes con la esperanza de mantener un rigor histórico. Fue entonces que entendí que estaba en una red social en la que podía compartir un poquito de cultura, y que rechazaba el modo tradicional de divulgarla. Así fue que dejé al viejo general dormir en paz, y empecé a crear una caricatura que me permitiera llamar la atención de los que estuvieran interesados en conocer la historia de México. Basándome en las cuentas populares de aquel entonces, inicié el 2011 creando una sátira histórica, a mi parecer, similar a la de @SarcasmoMexico, @VirgenMaria, y otras, pero adaptándola a mis necesidades culturales.
            Para mi desgracia, en mi intento de compartir la cultura mexicana, también la denigraba con mi sátira histórica, y por eso inventé el Lunes de Preguntas de Don Porfirio con la esperanza de equilibrar mi cuenta; pero esos temas que preguntaba, libros que recomendaba o datos que daba, me hacían perder seguidores.
¡Gajes del oficio!, me dije. No se puede tener todo. Además no era mi interés aumentar en seguidores, eso fue un gusto que se fue dando con el tiempo. Empecé el año con 1,000 seguidores y lo terminé casi con 70,000 de modo que puedo afirmar que algo hice bien. Además empezaron a surgir cuentas similares que confundí con copias mías, y las critiqué abiertamente, pero poco a poco me di cuenta del valor que tenían para emprender un viaje histórico a través de una red social, e intentar promover la cultura sin morir en el intento.
A lo largo de mi exitoso 2011, vi cuentas históricas aparecer y morir en el intento, la misma red social los rechazaba si no daban el ancho y yo había generado muy altas expectativas para los que vendrían después de mí.
Ahora ustedes me preguntarán ¿Cuál es mi secreto? Ninguno que no sea obvio, el trabajo duro, la lectura constante en la historia de México y la mente abierta para aprender que cualquiera puede corregirte en cuestiones históricas.
Si alguno de ustedes quiere abrir la cuenta de un personaje histórico, me gustaría darles 10 recomendaciones que los ayudarán a llegar muy lejos, y que a mí aún me cuesta seguir:

1.      Antes de abrir la cuenta de un personaje histórico, asegúrate que no exista, después lee todo los que puedas sobre él antes de escribir tu primer tweet.

2.      Ten en cuenta que tu personaje necesitará una personalidad coherente, ya sea que pertenezca a tu símil histórico, o una que hayas inventado para Twitter. No olvides mantener esta personalidad en todo momento, o tus seguidores se darán cuenta.

3.      Ten en cuenta que eres un personaje y la gente espera que lo seas. Si cuentas de tu vida, pero no de tu personaje, no durarás mucho en Twitter.

4.      Habrá personas que lleguen a molestar porque estás usando el nombre de un personaje histórico, y te acusarán de escudarte en el anonimato. Ignóralos. No porque seas un personaje dejas de ser tú, y muchas personas querrán molestarte por el gusto de hacerlo, si no les contestas se irán.

5.      Reinvéntate. Es necesario que lo hagas de vez en cuando, porque si no tus seguidores se aburrirán de ti.

6.      Recuerda que Twitter es un medio de 140 caracteres. Si cuentas una historia a lo largo de muchos tweets entrecortados, tus seguidores perderán interés en ella. Sé breve y conciso. Si puedes escribir tus historias o tus preguntas antes de la hora en que citaste a tus seguidores, mucho mejor.

7.      Recuerda que Twitter es una red social que está siempre alerta. Hay programas y páginas que te permiten agendar tus tweets para que tu cuenta permanezca activa aunque tú no entres a Twitter.

8.      Conoce a tu público.

9.      Si en verdad le gustas a Twitter, tus seguidores irán subiendo. No puedes forzar tu ascenso, ni vale la pena quejarte públicamente de él porque a nadie más que a ti le interesan. No pidas RT’s a las cuentas importantes, si eres bueno en tu red social los conseguirás.

10.  Ante todo, cree en tu labor y en tu país, porque ser un tuitero histórico conlleva una responsabilidad muy grande.

Lo que sí puedo decir es que cada quién se toma Twitter con la seriedad que quiere. Yo he aprendí muchas cosas ahí y conocí a gente muy valiosa como Epigmenio Ibarra y Juan Miguel Zunzunegui. Además, Twitter me abrió la posibilidad a reunir mi conocimiento histórico para crear una obra de ficción sobre el Porfiriato, y que seguramente llegará al papel debido a la popularidad de mi cuenta.
A fin de cuentas Twitter es lo que tú haces con él, y los tuiteros históricos son una forma más de expresión que vale la pena conocer y experimentar.
 Sin más por el momento, me despido de ustedes hasta mi siguiente colaboración en el blog de los conspiradores.

@pedroj86

viernes, 13 de enero de 2012

Mi última charla con Antonio. (Recordando mis memorias)

En todo momento de mi vida hay una mujer que me lleva de la mano en las tinieblas
 de una realidad que las mujeres conocen mejor que los hombres 
y en las cuales se orientan mejor con menos luces.

Gabriel García Márquez.

¿Sientes el frío, Antonio? Hoy penetra más, hasta los huesos.

Siento sus miradas, pareciera que desvarío al hablar contigo, justo como tu desde hace algunos años.

Me puse a pensar en el “hubiera” ¿Recuerdas a esa muchachita, Concepción Velasco? Con quien te hubieras casado si no hubiese sido porque su padre la casó con su primo para salvarla de ti. Si eso no hubiera pasado, tu y yo no estaríamos compartiendo éste momento juntos.

Desde pequeña supe de ti, nací en la capital, el centro de todo. Recuerdo a mis padres, Bonifacio Tosta y Manuela Gómez, mi vida de niña tan acomodada a su lado. Ya más grande, notaba que todas las jovencitas, incluida yo, claro, moríamos por ti, lucías tan guapo cuando montabas a caballo…

Recuerdo que tiempo antes de contraer nupcias contigo hiciste una fiesta a la cual invitaste a toda mi familia. Usabas una pierna artificial con una bota Napoleónica que mandaste traer de París, me la mostraste y me dijiste: Lo que hago por ti Doloritas. ¿Recuerdas Antonio?

Nuestra boda fue inusual, Antonio. Se realizó cuarenta días después de la muerte de Doña Inés, tu primera esposa. Tu ni si quiera estuviste presente, enviaste al Alcalde Cañedo en tu representación, quien discutía con el General Canalizo, entonces presidente de la República, porque ambos deseaban sentarse a mi lado. Era yo tan joven, solamente tenía  quince años, mientras tú ya rondabas los cincuenta en 1844. No fue bien visto ese acto, atentaba contras las buenas costumbres, creían muchos.

Tu regalo de bodas para mí, fue una enorme y hermosa hacienda, El Encero, y un palacete en Tacubaya, en la capital.

Tuve momentos maravillosos a tu lado, Antonio. Me complacías sin mesura alguna. Me encantaba organizar fiestas, lo hacía muy a menudo, como era joven, tus conflictos políticos o el dinero invertido en aquéllas celebraciones poco me importaba.

¿Recuerdas mi gusto por la ópera, Antonio? Era una afición casi como la tuya a las peleas de gallos. Afortunadamente para mi, tú eras tan espléndido conmigo que pude traer a mi cantante predilecta, la alemana Henriette Sontag, quien cantó por primera vez el Himno Nacional. Legado que dejaste a los mexicanos. Mi aporte fue convertir a México en una plataforma importante para impulsar ese arte.

¿Qué me dices del bello cuadro que pintó Juan Cordero de mí? Es una verdadera obra de arte, exquisita en muchos sentidos. Se puede apreciar en la pintura un sillón de ébano cobijado con un dosel de damasco rojo, una consola hermosa del mismo material con un jarrón de fina porcelana encima. Toda la decoración a gusto mío, al igual que mi hermoso y elegante vestido, el tocado que usé en esa ocasión, las joyas que en el cuadro se pueden apreciar, los guantes de fina piel…



Vivía como alguien de la realeza, siempre que pudiste fuiste un hombre muy dadivoso.

¿Sabes Antonio? Nunca me preocupó la gente con la que te relacionabas, siempre estuve consciente y acepté tu espíritu libre y aventurero. A parte, a mi no me faltaba nada, ¡Nada!

Ay querido, cuando una es joven piensa, tontamente, que todo se quedará estático, pero con el tiempo, nos vemos obligados a darnos cuenta que la vida es un constante cambio.

¡Qué pálido que estás, Antonio!

Yo cuidé de ti y siempre te acompañé como cuando lo de tu pierna, ¿Recuerdas? El vulgo, por odio, profanó ese miembro al cual le hiciste un sublime funeral, que no es ni la mitad en lo que reposas ahora…

Mi amor te lo entregué y demostré en diversas maneras y del modo en que me fue posible. ¡Hasta pagué gran parte de tus deudas!

Te acompañé en la riqueza y en el exilio cada día de mi vida, cuidando de ti, siempre.

Me llamaban “La flor de México” por las razones que ya sabemos, era una buena mujer, muy bella dicen algunos, pero mi defecto y frustración más grande en la vida fue que jamás pude darte hijos, jamás pude ser madre. ¡Ay Antonio! ¡Éstas lágrimas que me cortan la voz!

Gracias a mí el presidente Lerdo de Tejada nos permitió regresar a nuestra amada Patria. Tuve que usar el recurso, del gusto que nos unía a la soprano Henriette, a quien él también admiraba y por la cual lloramos mares tras su muerte en nuestro país, víctima del cólera.

Estabas en casa a últimas fechas pero tu desgaste físico y mental te impedía estar a mi lado, llegué al punto de contratar a gente para que te adularan, como te gustaba Antonio, para que tu ánimo no decayera, para que sintieras que te necesitaban. Ahora me arrepiento de haberlo hecho, mi comportamiento contribuyó en gran medida a alentar tus alucinaciones y las decisiones que tomaste en éstos últimos meses. ¡Sí Antonio, con Juárez y Maximiliano!

Intercedí, chantajeando a tu hijo Manuel, para que respondiera tus cartas y también le pedí que dejara de enviarte puros de La Haban porque te hacían mal debido a tu estado de salud y porque el doctor te lo había prohibido.

No ahondaré, y menos ahora, en tu último testamento en le que me llamas “ramera” por mi supuesta infidelidad… ¡Ay Antonio, yo te di mi vida entera!

Cuide de ti hasta el día de hoy, Antonio, mi amor. Mi destino es incierto, me dejaste en la ruina, en la que ya vivíamos.

No soy la primera ni la última mujer que aprende de la vida en forma tardía, tal vez. Pero, ¿Quién mejor que tu para entender de errores humanos Antonio?

Si de nosotros algo deben aprender las personas del presente y del futuro es, que un hombre en el poder carga en sus hombros una gran responsabilidad con su pueblo, con el exterior y con él mismo. Que la mujer que esté a su lado debe ocuparse también de esos asuntos y también de mantener el bienestar de su compañero en todos y cada uno de los ámbitos.

Ojalá aprendan que el trabajo honesto en equipo, es la clave para la realización.

Y para las mujeres, que no deben ser indiferentes ante el dolor y los problemas de los demás. Ustedes también pueden pensar y ayudar, no hay mejor asesora que una esposa que conoce bien al hombre que la acompaña en la vida. No hay mejor mujer que la que sabe las necesidades de su pueblo y hace algo para ocuparse de ellas.

Adiós Antonio, te alcanzaré en la eternidad cuando haya saldado todas mis cuentas con la vida, como ya lo hiciste tu.

@DoloresTosta.
Agradezco a Bertha Hernández por la bibliografía recomendada.