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Somos un grupo de personas, (dando voz a un selecto grupo) los cuales inspirados en los personajes más grandes de nuestra historia, vamos a externar opiniones de este presente que duele, pero que estamos seguros puede mejorar. El objetivo general lo dice el nombre de nuestro blog: CONSPIRAR. Pero será una conspiración del siglo XXI, una conspiración que no se geste en la oscuridad ni bajo el secreto necesario. Lejos de mantener nuestro trabajo oculto, estará visible ante todo el mundo, al alcance de un clic. Daremos un sentido positivo a nuestra conspiración, porque esa es la única manera de poder cambiar; proponer y no sólo quejarse. De ese objetivo general se irán desprendiendo varios objetivos específicos, entre los cuales el hilo conductor será un vigoroso amor a la historia.

martes, 10 de enero de 2012

El final


La muerte me ronda... la siento, se encuentra cerca... me persigue, se burla de mi. 
Estoy viejo, enfermo, desilusionado y olvidado. La otrora gloria y fama se han ido y, pronto, yo también me iré.
¡Que amargo es el fin para este viejo! ¡Que sola se encuentra mi habitación!... 

Aun con la presencia de Martín a mi lado.
¿Que hago yo aquí, en Castilleja de la Cuesta? Yo debería estar agonizando en mi Nueva España, en mi amada Nueva España, en Cuyuacán, no aquí cerca de Sevilla, en la casa de Alonso Rodríguez de Medina. 
Tantos fantasmas, tantas apariciones que el Señor Nuestro Dios tiene a mal enviarme para expiar mis pecados cometidos. ¿Pero porque lo hacéis Señor? Si yo conquisté Tenuxtitán en Vuestro Santo Nombre, aquel ya lejano 1521. Derrumbé sus ídolos paganos, castigue cruelmente los sacrificios, les hice venerar el único y verdadero Dios. ¿Y qué me queda? Soledad, miseria, odios y olvido.
¡Yo, que fui creído por los naturales su dios que regresaba, su Quetzalcoatl! Dijeron conocer mi llegada por las estrellas, donde veían que sus días terminaban. Así fue, sus vidas cambiaron para siempre. ¿Que otro hombre puede presumir de haber cambiado a su llegada un mundo entero?
Estoy viejo, en este año del Señor de 1547 he cumplido 62 años, pero recuerdo como si fuera ayer mis mocedades en Extremadura, en ese pequeño poblado de Medellin. Recuerdo a mi padre, el hidalgo don Martín Cortés de Monroy, originario de Salamanca; y a mi madre, la piadosa y santa doña Catalina Pizarro Altamirano. Recuerdo mi debilidad juvenil, de la cual San Pedro me salvó. ¿Que hubiera sido de este mundo si la muerte llega a ese niño de corta edad? ¿Que hubiera sido de esos naturales de la América? ¿Les hubiera dominado Diego Velázquez?
Conjeturas y disparates de un anciano moribundo... De nada sirve pensar en eso. Lo hecho, hecho está.
Recuerdo mi estancia en la Universidad de Salamanca, mi afición por las mujeres y por darme trato de gran señor como si de siempre lo fuese. Recuerdo mi disciplina militar. Y recuerdo a mis hijos, que reacciones y sentimientos tan diferentes provocan. Pero soy el padre de los primeros frutos de una nueva raza, mis hijos con doña Marina y con doña Isabel Moctezuma Tecuichpo son los verdaderos hijos de esa tierra, ellos no son naturales, ni españoles, ellos son otra cosa... Aunque en vida no supe apreciarlo del todo, en mi testamento les he tratado lo mejor que pude.
Deliro... 
Queda poco tiempo...
Ahora me llegan a la mente las incontables batallas, las gloriosas gestas de heroicidad en las que Ares me favoreció. ¿Quién puede decir que ha peleado contra y al lado de naturales infieles en un nuevo mundo, y contra piratas en Argel? ¡Solo yo! Fernando Cortés Monroy Pizarro Altamirano, marqués del Valle de Oaxaca, Capitán General de la Nueva España y de la Mar del Sur, Gobernador, Capitán General y Justicia Mayor. El Cortés referido por Cervantes en su Quijote al decir “¿quién barrenó los navíos y dejó en seco y aislados los valerosos españoles guiados por el cortesísimo Cortés en el Nuevo Mundo?” Solo yo... Fernando Cortés... Ahora un viejo olvidado y moribundo en esta cama cerca de Sevilla.
¿Como iba la frase que mande poner en las armas?...
Judicium... Domini aprehendit eos, et... fortitudo ejus... corroboravit brachium meum... 
En esas guerras Nuestro Señor me guiaba para dominar en su nombre y en nombre de su sacra católica majestad don Carlos V, aquellas tierras que yo he conquistado y puesto debajo de su imperial cetro. 
El rey... aquel mismo rey que recién me conoció y creyó al poco tiempo que moriría, fue a visitarme y honró a este su humilde siervo y vasallo... ese rey, que renegó después de mi y que recibía mis cartas y las ignoraba y que supo del maldito Juicio de Residencia y le importó poco.
Me negaron ser nuevamente Gobernador de Nueva España... ¡De mi Nueva España!...Me negaron el honor y la gloria, y me convertí en un marqués de amplia barriga y nulo poder.
Pero ya llega la muerte... Y no hay tiempo para necedades.
Renegarán de mi en el futuro, maldecirán mi nombre, querrán arrastrar mis huesos por la calle y escupir ante mi tumba...  Yo, que fui el fundador de ese reino, el que les liberó del yugo mexica, que los puse en libertad porque sirviendo de la manera que ellos a sus señores antiguos servían, no solo eran cautivos, porque demás de tomarles todo cuanto tenían, sin dejarles para su sustentamiento, les tomaban sus hijos e hijas y parientes, y aún a ellos mismos para los sacrificar a sus ídolos por millares. 
¿Añorarán ese pasado sangriento? ¿Glorificarán acaso al cobarde de Montezuma? ¿Harán apoteosis de Cuauhtémoc a quien colgué camino a las Hibueras? 
Sacrificios... Sangre... Muerte...  Mi vida se rodeó siempre de eso.
Me voy en paz, dispuse justamente de mis bienes, les repartí por detalle en el testamento que he dictado hace unos días. No me queda nada ya, pero no me nieguen el deseo de regresar, aunque sea muerto, a mi Nueva España, ahí debo quedar, no importa que me proscriban, me escondan y me maldigan... Ahí es mi lugar, cerca de la sangre derramada en esa Noche Triste, y de la imperial ciudad de Méjico que yo cree de las ruinas de Tenuxtitán.
Me encomiendo a la Virgen de Guadalupe de la que tan devoto fui en la España 
Se acerca mi hijo Martin lentamente... Me mira sorprendido.
Creo que ya estoy muerto. 




@DonHernanCortes

3 comentarios:

  1. Me gusto mucho la carta, sobre todo la etapa en la que se encuentra, refleja bastante bien los duelos por los que está pasando, principalmente la pérdida de la propia existencia, que es sin duda la que más pesa, el morir para todo el mundo no es nada sencillo y se aprecia la angustia y la rabia que se da en el proceso.

    Felicidades.

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  2. El final! Rememoranzas tristes,a veces reflejas de ingratitud e injustas a la vez que nostálgicas con fondo histórico, y visionarias.No se esperaba menos de Usted @Don Hernán.
    Su admiradora @MaricarmenCarmn

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  3. Es la carta de un padre fundador a su patria, las últimas palabras rememorando los trabajos en pro de la construcción de una nueva y mejor nación, pienso que esto constituyó verdaderamente el sentir del creador de México.

    Es penoso ver que nuestra Patria esté siendo acabada por sus hijos, que la ciudad pensada y construida por cortés en el s. XVI esté convirtiéndose en algo detestable y que cada día que pasa uno se sienta más acongojado por esta situación.

    Yo soy tan solo una estudiante de historia y veo que la prosperidad de nuestro país debe hacerse poniendo la miraba en el pasado y construir sobre él, es decir, ver en el pasado los ejemplos que nos ayuden a considerar las posibilidades que tenemos y actuar conforme ello.
    Volvamos a empezar, así como Cortés construyó la nación mexicana sobre las ruinas de Tenochtitlán, nosotros construyamos una nueva nación en la que las diferencias de clase queden diluidas, en la que las oportunidades de trabajo sean para todos, en la que el gobierno sea efectivamente para el pueblo y en la que la sociedad tome conciencia de que cumple un papel importante dentro de la configuración de gobierno para lograr el engrandecimiento total de la Patria Mexicana.

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