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Somos un grupo de personas, (dando voz a un selecto grupo) los cuales inspirados en los personajes más grandes de nuestra historia, vamos a externar opiniones de este presente que duele, pero que estamos seguros puede mejorar. El objetivo general lo dice el nombre de nuestro blog: CONSPIRAR. Pero será una conspiración del siglo XXI, una conspiración que no se geste en la oscuridad ni bajo el secreto necesario. Lejos de mantener nuestro trabajo oculto, estará visible ante todo el mundo, al alcance de un clic. Daremos un sentido positivo a nuestra conspiración, porque esa es la única manera de poder cambiar; proponer y no sólo quejarse. De ese objetivo general se irán desprendiendo varios objetivos específicos, entre los cuales el hilo conductor será un vigoroso amor a la historia.

domingo, 15 de enero de 2012

De los méritos y beneficios de ser un Conspirador

“No hay nada más divertido que una conspiración”, asegura, con una sonrisa socarrona, el Miguel Hidalgo de aquella vieja y curiosa película: “La Virgen que forjó una patria”. Yo diría que es, quizá, la frase más memorable de aquel filme. Y es que tiene razón: conspirar, hace doscientos años o dos semanas, es un asunto de lo más entretenido. De las conspiraciones surgen nuevas patrias, líderes irrepetibles, alianzas oscuras, amores tormentosos, historias personales inconfesables, proyectos mediáticos, espacios de conocimiento. Como este blog, precisamente.
Da origen a estas conspiraciones un selecto grupo de personajes históricos con los que, desde hace años, dialogo por medio de esa tabla ouija que es la investigación. En tiempos recientes, se han encarnado en jóvenes del siglo XXI que cada día, en las redes sociales, dan la batalla para evitar que el pasado se desdibuje y se olvide.  Como ya he dicho, son jóvenes, tienen empeño y sabiduría. En el vértigo que supone el mundo del  Twitter han aprendido que es posible vivir con un pie en el pasado y otro en el presente, sin perder  la medida de ambos mundos. Con ellos comparto, todos los días, la crítica de nuestra vida inmediata y el rescate de los hechos del ayer. No podría pedir mejor alianza, mejor complicidad. Eso es, me queda claro, lo divertido de conspirar.
Y es que se trata de una ilustre compañía: Nada más, nada menos, que don Benito Juárez, don Hernán Cortés, don Justo Sierra, don Antonio López de Santa Anna y su ilustre esposa, doña Dolores Tosta. Tal es el núcleo originario de esta empresa, a la que, por lo que he escuchado en algunos pasillos, pronto se sumarán nuevos conspiradores, deseosos de sumar su granito de arena en la empresa. No podía ser de otra manera: es sabido que las conspiraciones atraen a gente desde muy lejos, y de hecho es así como crecen y se ganan adeptos, espacios y apoyos.
A los mexicanos se nos da bastante bien eso de conspirar desde hace mucho,  sin importar si somos ciudad-Estado, si somos virreinato, imperio o república. El recuento de nuestro pasado está lleno de complots con resultados buenos, malos o desastrosos, según el empeño y la habilidad que le hayamos aplicado. De lo que nadie se ha podido quejar, es que en estas tierras nunca pase nada. Siempre ocurre algo. Siempre hay algo qué escribir, algo de lo cual dar fe; algo, lo suficientemente importante, como para no permitir que se olvide, fieles a algunas de las tradiciones más antiguas de la narrativa histórica.
Así pues, aquí hay conspiradores de primer nivel: don Hernán Cortés, a quien ya va siendo hora de quitarle esa capa de oscuridad que, pese a los esfuerzos de muchos historiadores a ratos aún domina su imagen. A mí me gusta pensarlo, imaginarlo como era en ese muy lejano 1519, entusiasta, audaz, como tantos hombres de su tiempo, a la caza de la historia, en pos de la inmortalidad y decidido a aplicar, para conseguir la fama y la prosperidad, cuanto instrumento, legal, político o militar esté a su alcance. En estos tiempos del capitalismo salvaje y competencia despiadada, sorprende que no volteemos a ver a los hombres del Renacimiento, como Cortés y algunos de los hombres que siguieron la travesía hacia el nuevo continente, para encontrar las raíces de nuestros anhelos de triunfo a cualquier precio.
Sólo recientemente hemos podido atestiguar cómo la mirada de los historiadores se ha vuelto más aguda respecto a don Antonio López de Santa Anna, para explicarnos mejor sus circunstancias, su entorno y las peculiaridades de los tiempos que le tocó vivir. Figura relevante en aquella complicadísima primera mitad del siglo XIX mexicano, por algunas cosas que hizo y algunas otras que dejó de hacer, hoy, a la luz de las nuevas relecturas de su paso por la tierra, pareciera que las culpas que durante décadas y décadas se le colgaron, han empezado a repartirse de mejor manera entre sus contemporáneos.
En estos días, a ratos muy oscuros, de este siglo XXI, son muchas las lecciones que podríamos aprender, para no repetirlas, de aquellos que protagonizaron ese medio siglo de acuerdos torcidos, asonadas, traiciones y cuartelazos, de rapiña voraz, del profundo egoísmo que llevaron a este país a sufrir la guerra, la invasión, la derrota y el desastre. Es importante decir que, en aquellos años de crisis ininterrumpida, hubo momentos y personajes excepcionales que hacen ver aquella época un poco menos trágica para el recuento de esa  parte de nuestra historia. El Antonio López de Santa Anna con el que suelo conversar cotidianamente me cae bien. No oculta defectos y tropelías de las accidentadas once gestiones presidenciales que le tocaron en suerte y se esfuerza en explicar algunos de los hechos importantes de su época.
También se involucró en esta empresa una Dolores Tosta que decidió dejar a un lado el costurero y el estrado, elementos indispensables en la vida de las mujeres de su tiempo. Esta Dolores –Loló- es ilustrada, es curiosa, es crítica y no le pide permiso a nadie para hablar y pensar. Es una afortunada combinación del pasado y el presente, a la que no le sirven para nada los consejos del “Presente Amistoso a las señoritas mexicanas”, que sugerían ser educada y saber un poco de algunos temas básicos, “pero no demasiado”, no fuera a ser que los caballeros las consideraran pedantes. De esta Dolores Tosta rediviva espero grandes cosas.
Cuando un personaje de la historia con tan grande fama como don Justo Sierra vuelve a tomar la palabra, tiene que ser necesariamente para algo interesante. El antiguo Secretario de Instrucción Pública del porfiriato, alumno consentido del gran Altamirano, fue mucho más que el educador que la fama pública ha acuñado. Periodista, autor de una novela por entregas que fue la pachanga de sus compañeros del legendario “Renacimiento” de 1869, diputado liberal y formidable escritor, don Justo ahora regresa, con tino y humor, a contemplar los desastres cometidos, en materia educativa, y algunos otros campos más.
Y de don Benito Juárez, ¡don Benito! Tan querido como odiado, tan idolatrado como criticado, juega ahora en el Twitter a hacer maldades y a contar partes de su larga historia, y, de vez en cuando, se reta a duelo con próceres y escritores. Me cae bien, como me cae bien ese Juárez al que le gustaba mucho bailar, que recomendaba a sus familiares cuidarse mucho “para ponerse gordos”, que encargaba a su yerno Pedro Santacilia llevar a la ópera a  doña Margarita Maza para que se entretuviera en su exilio estadounidense. También hace falta entender un poco más a don Benito, olvidarnos un buen rato de la historia clásica del pastorcito que llegó a presidente y mirar muchas de sus acciones y decisiones a la luz de la lucha por el poder, -porque don Benito era, antes que nada, un hombre del poder- que hace ciento cincuenta años no era menos descarnada.
Por eso es bueno conspirar, y abrir nuevos caminos para hablar del pasado y comprender acontecimientos, personajes y procesos. Para eso servirá este blog.  Y, si le rascamos con habilidad, persistencia y rigor, encontraremos que debajo del metal de los discursos patrios, debajo del bronce de las estatuas, hay seres humanos como sujetos actuantes de la historia, insertos en procesos complejos; seres humanos como nosotros, con los que podemos dialogar y ejercer la complicidad. Para no olvidar, para re-comprender nuestra historia. Larga vida a los Conspiradores. 
                                                                          @BerthaHistoria

4 comentarios:

  1. Excelente entrada Bertha!
    Es admirable el esfuerzo de todos los tuiteros históricos en compartir (cada uno a su manera), un poco de nuestra historia y cultura cada día.
    Seguramente será muy interesante leer en este espacio sobre distintos temas con la muy particular opinión de cada personaje.

    Una idea genial este blog.

    Saludos!
    Alejandro Gómez G.
    @alexgomezgarcia

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  2. Deliciosas palabras Bertha. El disfrute del encuentro con esos seres humanos con historias más interesantes de lo que la fantasía podría recrear.
    Quedo en espera de sus próximas aportaciones.

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  3. ¡¡Felicidades!! Nada como tener un espacio donde figuras de antaño de aquel México del que solo sabemos apenas la superficie que nos dan los libros de texto de la escuela.

    Los sigo desde Twitter, y aunque a veces no interactuo con algunos personajes historicos, me encanta ver los planteamientos que en breves 140 caracteres ilustran más que un capitulo de libro de primaria.

    En hora buena por este espacio y por personas como ustedes que se preocupan por mostrar la otra cara de aquellos personajes que vemos como heroes o villanos, pero nunca como seres humanos.

    @anuindale

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  4. Felicidades por el Blog a los Conspiradores, por permitirnos subir a su fragata de la Conspiración compartiendo con estos seguidores la renavegacion de viejos y a veces olvidados mares de saber y surcar nuevas aguas de conocimiento, con la seguridad de que en su compañía y con su experiencia llegaremos a buen puerto.
    Por lo que corresponde a esta seguidora, que siga adelante la fragata de la Conspiración. @MaricarmenCarmn

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