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Somos un grupo de personas, (dando voz a un selecto grupo) los cuales inspirados en los personajes más grandes de nuestra historia, vamos a externar opiniones de este presente que duele, pero que estamos seguros puede mejorar. El objetivo general lo dice el nombre de nuestro blog: CONSPIRAR. Pero será una conspiración del siglo XXI, una conspiración que no se geste en la oscuridad ni bajo el secreto necesario. Lejos de mantener nuestro trabajo oculto, estará visible ante todo el mundo, al alcance de un clic. Daremos un sentido positivo a nuestra conspiración, porque esa es la única manera de poder cambiar; proponer y no sólo quejarse. De ese objetivo general se irán desprendiendo varios objetivos específicos, entre los cuales el hilo conductor será un vigoroso amor a la historia.

martes, 28 de febrero de 2012

DETRÁS DE LAS FECHAS: LA VERDADERA HISTORIA

Por Natalia Arroyo Tafolla
Si la nariz de Cleopatra hubiera sido
más pequeña, hubiera cambiado el rumbo
 de la faz de la tierra.  
  B.PASCAL
Trasladémonos al pasado. Caminemos varios siglos atrás. Atravesemos atentados y avances tecnológicos; saltemos las guerras mundiales y las crisis económicas; brinquemos las revoluciones y las independencias; los inventos y las construcciones; los presidentes y los reyes; la pintura, la escultura y todas las bellas artes; los grandes pensadores, filósofos y científicos. ¿Con qué nos encontramos? Con todo un conjunto de procesos que forman la Historia, con mayúscula.
La Historia no es que alguien me diga que Roma cayó en el año 476; o que los espartanos comían cerdo, sangre y vinagre; tampoco significa conocer el nombre de las dinastías de la antigua China. No se necesita ser un erudito en la Historia para saberlo, sólo se necesita de una enciclopedia, una computadora o incluso un teléfono celular. No hay que preguntarnos sólo el “cuándo”, sino el “por qué”. A las fechas no hay que verlas como números, pues detrás de ellas se esconden rostros, motivos y causas.
La Historia no se determina por hechos, sino por las circunstancias que dieron pie a dichos hechos, es decir, los procesos que los generan. Los acontecimientos se entrelazan y fungen como detonantes para que se origine algo más, algo que afecte en otra parte del mundo.
¿Qué quiero decir con esto? Ejemplifico: en el siglo XVI, Lutero fue la piedra en el zapato de la Iglesia; sin embargo, con la colonización del continente americano, ésta encontró todo un nuevo territorio de naturales para evangelizar -al menos ese fue el pretexto que se utilizó para justificar-. Qué momento tan oportuno para sumar miles de nuevos seguidores a una institución en crisis y que iba en picada.
¿Qué fue lo que vivió la emperatriz Carlota para terminar sus últimos años hundida en la locura? O ¿Por qué durante el Porfiriato se construyeron tantos edificios estilo francés? Detrás de ello, hay toda una corriente ideológica, no nada más porque se veían bonitos.
Y absteniéndome de emitir cualquier juicio de valor, ¿cuál fue el detonante que provocó a Hitler tal sentimiento de nacionalismo extremo? ¿A dónde se remonta la verdadera causa del genocidio? No se despertó un día, se sentó en su escritorio y se dijo: “Hoy comienzo a ser antisemita y lo experimentaré en contra de seis millones de judíos”.
Para encontrar la verdadera utilidad de la Historia no hay que verla únicamente en retrospectiva, sino en proyección. Y esas “cosas del pasado” -como definen los niños a la Historia- no se deben subestimar, pues son las que logran que nos codeemos, hoy 2012, con  personajes de hace varios años, con situaciones de hace siglos, con sitios de hace milenios. Y principalmente entendamos los procesos históricos sin resentimientos sociales sino tal y como fueron.
Lo que  debemos buscar en la Historia, es al hombre vivo bajo el polvo de los archivos, en el silencio de las bibliotecas o en un impactante museo. Y sacudámonos también esa definición de que la Historia es “la ciencia del pasado”, queda muy corta, además de inverosímil. Tampoco aceptemos -al igual que Napoleón- a la Historia como una “sencilla fábula que todos hemos aceptado”, al contrario, investiguemos y no hay que fiarnos de cualquier interpretación carente de fuentes, la Historia es para destilar esos rumores establecidos.
Agradezco a “los conspiradores” por su invitación a este espacio donde nos comunicamos con los muertos…sin ser espiritistas. 

@nach1010

6 comentarios:

  1. Muy buena entrada :) ¡Felicidades!
    La utilidad del estudio de la historia también es desembarazar a la sociedad de prejuicios creados en base al pasado y que por lo mismo se creen imborrables e inmutables.
    Todo cambia, sin embargo el humano sigue siendo humano... ¡Amo la historia!
    @Ady_AB

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  2. Muy buen texto de Natalia Arroyo Tafolla. Yo también creo que la verdadera historia está detrás de las fechas. Me pareció muy interesante cuando plantea que a "la Historia no hay que verla únicamente en retrospectiva, sino en proyección".
    Saludos!

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  3. Excelente aparato crítico, igual que tú, creo que a los personajes nos los presentan muy lejos de lo que n realidad eran, y ocultan lo visceral, para engrandecer lo nimio. @carlosalmon

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  4. me encanto! cada que leo este blog me da luz a nuevas cosas a nuevas perspectivas! gracias

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  5. Además de entender la historia como un proceso, es necesario darle un sentido de contemporaneidad, es decir, darle un uso en el presente. Alejandro Rosas

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  6. Fernando Juárez R.17 de marzo de 2012, 13:56

    El ejercicio de la reflexión y la duda metódica es una senda que el historiador siempre mantiene en dialogo y debate hacia esas dudas que si bien tienen por origen en todo, pero se cocinan en un poco. En estos tiempos se cuestiona la viabilidad de la historia, y aquellos escépticos que dudan del alma de Clío pueden encontrar su respuesta en el lenguaje, en las prácticas cotidianas, en la escritura , en la lectura y en varios gestos humanos que le dan esencia a nuestra especie.
    Quisiera levantar las palmas por tan plausible reflexión, no sin antes hacer una invitación a seguir construyendo el enunciado histórico, y que éste sea de una constante reflexión.

    Fernando Juárez R.

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