Por Natalia Arroyo Tafolla
Si la nariz de Cleopatra hubiera sido
más pequeña, hubiera cambiado el rumbo
de la faz de la tierra. B.PASCAL
más pequeña, hubiera cambiado el rumbo
de la faz de la tierra. B.PASCAL
Trasladémonos al pasado. Caminemos varios siglos atrás. Atravesemos atentados y avances tecnológicos; saltemos las guerras mundiales y las crisis económicas; brinquemos las revoluciones y las independencias; los inventos y las construcciones; los presidentes y los reyes; la pintura, la escultura y todas las bellas artes; los grandes pensadores, filósofos y científicos. ¿Con qué nos encontramos? Con todo un conjunto de procesos que forman la Historia, con mayúscula.
La Historia no es que alguien me diga que Roma cayó en el año 476; o que los espartanos comían cerdo, sangre y vinagre; tampoco significa conocer el nombre de las dinastías de la antigua China. No se necesita ser un erudito en la Historia para saberlo, sólo se necesita de una enciclopedia, una computadora o incluso un teléfono celular. No hay que preguntarnos sólo el “cuándo”, sino el “por qué”. A las fechas no hay que verlas como números, pues detrás de ellas se esconden rostros, motivos y causas.
La Historia no se determina por hechos, sino por las circunstancias que dieron pie a dichos hechos, es decir, los procesos que los generan. Los acontecimientos se entrelazan y fungen como detonantes para que se origine algo más, algo que afecte en otra parte del mundo.
¿Qué quiero decir con esto? Ejemplifico: en el siglo XVI, Lutero fue la piedra en el zapato de la Iglesia; sin embargo, con la colonización del continente americano, ésta encontró todo un nuevo territorio de naturales para evangelizar -al menos ese fue el pretexto que se utilizó para justificar-. Qué momento tan oportuno para sumar miles de nuevos seguidores a una institución en crisis y que iba en picada.
¿Qué fue lo que vivió la emperatriz Carlota para terminar sus últimos años hundida en la locura? O ¿Por qué durante el Porfiriato se construyeron tantos edificios estilo francés? Detrás de ello, hay toda una corriente ideológica, no nada más porque se veían bonitos.
Y absteniéndome de emitir cualquier juicio de valor, ¿cuál fue el detonante que provocó a Hitler tal sentimiento de nacionalismo extremo? ¿A dónde se remonta la verdadera causa del genocidio? No se despertó un día, se sentó en su escritorio y se dijo: “Hoy comienzo a ser antisemita y lo experimentaré en contra de seis millones de judíos”.
Para encontrar la verdadera utilidad de la Historia no hay que verla únicamente en retrospectiva, sino en proyección. Y esas “cosas del pasado” -como definen los niños a la Historia- no se deben subestimar, pues son las que logran que nos codeemos, hoy 2012, con personajes de hace varios años, con situaciones de hace siglos, con sitios de hace milenios. Y principalmente entendamos los procesos históricos sin resentimientos sociales sino tal y como fueron.
Lo que debemos buscar en la Historia, es al hombre vivo bajo el polvo de los archivos, en el silencio de las bibliotecas o en un impactante museo. Y sacudámonos también esa definición de que la Historia es “la ciencia del pasado”, queda muy corta, además de inverosímil. Tampoco aceptemos -al igual que Napoleón- a la Historia como una “sencilla fábula que todos hemos aceptado”, al contrario, investiguemos y no hay que fiarnos de cualquier interpretación carente de fuentes, la Historia es para destilar esos rumores establecidos.
Agradezco a “los conspiradores” por su invitación a este espacio donde nos comunicamos con los muertos…sin ser espiritistas.
@nach1010
Muy buena entrada :) ¡Felicidades!
ResponderEliminarLa utilidad del estudio de la historia también es desembarazar a la sociedad de prejuicios creados en base al pasado y que por lo mismo se creen imborrables e inmutables.
Todo cambia, sin embargo el humano sigue siendo humano... ¡Amo la historia!
@Ady_AB
Muy buen texto de Natalia Arroyo Tafolla. Yo también creo que la verdadera historia está detrás de las fechas. Me pareció muy interesante cuando plantea que a "la Historia no hay que verla únicamente en retrospectiva, sino en proyección".
ResponderEliminarSaludos!
Excelente aparato crítico, igual que tú, creo que a los personajes nos los presentan muy lejos de lo que n realidad eran, y ocultan lo visceral, para engrandecer lo nimio. @carlosalmon
ResponderEliminarme encanto! cada que leo este blog me da luz a nuevas cosas a nuevas perspectivas! gracias
ResponderEliminarAdemás de entender la historia como un proceso, es necesario darle un sentido de contemporaneidad, es decir, darle un uso en el presente. Alejandro Rosas
ResponderEliminarEl ejercicio de la reflexión y la duda metódica es una senda que el historiador siempre mantiene en dialogo y debate hacia esas dudas que si bien tienen por origen en todo, pero se cocinan en un poco. En estos tiempos se cuestiona la viabilidad de la historia, y aquellos escépticos que dudan del alma de Clío pueden encontrar su respuesta en el lenguaje, en las prácticas cotidianas, en la escritura , en la lectura y en varios gestos humanos que le dan esencia a nuestra especie.
ResponderEliminarQuisiera levantar las palmas por tan plausible reflexión, no sin antes hacer una invitación a seguir construyendo el enunciado histórico, y que éste sea de una constante reflexión.
Fernando Juárez R.