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Somos un grupo de personas, (dando voz a un selecto grupo) los cuales inspirados en los personajes más grandes de nuestra historia, vamos a externar opiniones de este presente que duele, pero que estamos seguros puede mejorar. El objetivo general lo dice el nombre de nuestro blog: CONSPIRAR. Pero será una conspiración del siglo XXI, una conspiración que no se geste en la oscuridad ni bajo el secreto necesario. Lejos de mantener nuestro trabajo oculto, estará visible ante todo el mundo, al alcance de un clic. Daremos un sentido positivo a nuestra conspiración, porque esa es la única manera de poder cambiar; proponer y no sólo quejarse. De ese objetivo general se irán desprendiendo varios objetivos específicos, entre los cuales el hilo conductor será un vigoroso amor a la historia.

lunes, 27 de febrero de 2012

LA HISTORIA QUE NO SIRVE PARA NADA


Juan Miguel Zunzunegui

La historia no sirve para nada…, no por lo menos como se explica en México. Por un lado se enseña de forma dogmática y en un estilo más ortodoxo y hasta inquisitorial que la religión…, y cuando la historia no sirve para generar pensamiento crítico, es del todo inútil. También dicen que estudiar el pasado sirve para no repetir errores en el futuro…, pero cuando lo que se enseña dogmáticamente son mitos, es imposible corregir el futuro con esa base. Finalmente el mayor problema: se nos ha enseñado en México que tenemos una historia gloriosa…, y si todo ha sido perfecto y glorioso, pues no hay errores de los cuales aprender.
Claro que si todo esto fuese verdad, si México tuviera un pasado glorioso, y entendiéramos que la historia se basa en causa y efecto, tendríamos claro que un pasado glorioso sólo podría causar un presente glorioso, y que por lo tanto el presente jodido en que vivimos, sólo puede entenderse si asumimos que el pasado ha sido bastante devastador.
Pero nos encanta vivir del mito. El mexicano se sueña a sí mismo: fiesteros, confiados, amistosos, anfitriones de primera, con valores familiares, unidos, trabajadores, solidarios, ingeniosos…, son unos pocos de tantos mitos que nos encanta repetir sobre nosotros mismos aunque ninguna sea verdad. Negarlo, además, nos convierte en antipatriotas. Cuando Octavio Paz escribió el Laberinto de la Soledad, hubo quien le dijo que era una elegante mentada de madre para el mexicano. Ese libro que le dio fama mundial y que colaboró con su Nobel de Literatura, es muy poco leído en México porque dice cosas muy feas de nosotros.
Aquí preferimos la versión de Chava Flores que decía: “Sólo puede hablar de México quien lo conoce, pero sólo DEBE hablar de México quien lo ama”. Claro, bajo el concepto de que el amor es ciego, se pretende que quien ama a nuestro país sólo dirá cosas hermosas de él, supongo que aunque para ello deba de mentir o padecer del Síndrome del ciego que no quería ver; es decir, la ceguera selectiva. Esa “historia” no sirve para nada.
Al mexicano le encanta vivir en el pasado, tal vez derivado de que nuestro futuro nunca tiene buenas expectativas. Nos encanta repetir aquello de que tenemos un pasado glorioso, y nos soltamos hablando de los mayas, los aztecas y demás culturas mesoamericanas, y nunca reflexionamos en que ninguno de ellos es mexicano, por más que la historia posrevolucionaria se empeñe en dejarnos en estatus de azteca conquistado, y nos tenga en el eterno conflicto de identidad en que vivimos…, esa es la historia que no sirve para nada.
Seguramente si fuimos una sociedad con grandes valores familiares y muy trabajadores y muy buenos anfitriones y creativos y todo lo demás. Pero lo dejamos hace como treinta años aunque nos empecinemos en que lo somos aún. Nos encanta además compararnos con el gringo y hablar de nuestros grandes valores cuando somos un país donde 2 de cada 3 matrimonios terminan en divorcio y donde hay de los mayores índices de violencia intrafamiliar. ¿De cuál valor familiar hablamos?, ¿del machismo?
Golpes, drogas, divorcios, embarazos a los 14 años, violencia activa y pasiva, pederastia a todos los niveles. ¡Qué grandes valores sociales! El que no tranza no avanza, buen valor; al que madruga Dios lo arruga, que laboriosidad; al que agandalla Dios lo acompaña, que honestidad; quedó hecho a la mexicana, que creatividad; pero sigo siendo el rey, que respeto a la mujer; pobre pero honrado, que culto a la pobreza y vilipendio a la riqueza.
Si fuéramos todo lo que decimos que somos seríamos una potencia mundial, y no lo somos. Claro que ante ese argumento nos escudamos en la teoría del complot: el árbitro, los jueces, los ricos, el capitalismo, la globalización, el gobierno, Salinas de Gortari, los gringos, los gachupines, los extranjeros, los vendepatrias…, cualquiera sirve como culpable ficticio que justifique nuestra caída realidad y nos haga poder seguir viviendo en el mito de nosotros mismos. Ese es el juego del mexicano. Me recuerda al filósofo Hegel, quien decía: “Si la realidad no se adapta a mi teoría, peor para la realidad…, esa es la historia que no sirve para nada.
El mexicano es individualista, por eso gana en box y no en futbol, triunfa en clavados pero no tiene deportes de conjunto; el mexicano es desconfiado y considera malinchismo todo gusto por lo extranjero. Seguimos instalados en el mito en vez de confiar en la ciencia: clavamos un cuchillo en el pasto en vez de consultar al meteorológico, le pedimos trabajo a la virgencita en vez de a un reclutador; dejamos nuestro futuro en manos de Dios en vez de en las nuestras; le pedimos pareja a un santo en vez de esmerarnos en merecerla, nos quejamos de pobreza, pero millones de personas dejan de trabajar más de un mes para visitar a la “virgencita”; no hay dinero, pero pueblos enteros gastan ahorro de un año en una fiesta o en vestir a un niño Dios, en vez de invertirlo.
En nuestro nefasto juego de máscaras nos hundimos en el pasado, con un ancla enorme y una más grande venda en los ojos. Un México que vive del mito de sí mismo y donde tenemos que reafirmar nuestra identidad de forma agresiva gritando: ¡Viva México Cabrones!
Somos tan fiesteros que gastamos lo que no tenemos, vivimos de fiesta y en ebriedad para evadir la realidad, desconfiados de conocidos y extraños, anfitriones de doble cara que recibimos de gran sonrisa al gringo con sus dólares mientras pensamos ¡pinche gringo!, tan ingeniosos que nos sobran recursos para transar, trabajadores a menos que la virgencita o un santo requieran de nuestra fiestera holgazanería, con valores familiares de 10 de mayo y valores patrios de 15 de septiembre.
Mirar al pasado ayuda a comprender la vida, pero sólo voltear al futuro ayuda a vivirla. Como el adicto de cualquier tipo, el primer paso para solucionar un problema es aceptar que se tiene. El mexicano puede aceptar que estamos como estamos porque somos como somos, o vivir en la fantasía de que somos lo máximo aunque el mundo entero demuestre lo contrario como parte de un complot mundial contra el país. La primera versión de la historia nos ofrece un futuro…, la que se enseña en general hasta el día de hoy, es absolutamente inútil y sólo nos hundirá más en el pasado.

                                                                                              @JMZunzu

2 comentarios:

  1. muy cierto! nos hemos acostumbrado a vivir en el confort de ese mito del mexicano honrado, ingenioso, con valores, etc. y jamás nos decidimos hacer ese país que tiene todo para superarse! ...y como dicen el amor se demuestra con hechos..no con unas simples "fiestas patrias"

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  2. Y lo peor de todo, somos "jarritos de Tlaquepaque", nos desgarramos las vestiduras si alguien nos critica y seguramente muchos de los que leerán esto dirán: "¡Qué malinchistas, nada les parece!"

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